La explotación que más beneficios genera y menos hablada

Estudié Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en
Estados Unidos, en mi último año tuve una clase que se llamaba Human
Trafficking in the United States. Era una clase de casi tres horas todos los
lunes, y no hubo ninguno de ellos que no saliese con los pelos de punta e
incluso en más de una ocasión muchos salimos con lágrimas en los ojos. No sabía
la magnitud del problema sobre la trata de seres humanos hasta ese momento. Ese
último año tuvimos la oportunidad de hablar por Skype con mujeres que habían
sido víctimas de trata, torturadas y engañadas, pero quiénes pasaron a ser
supervivientes que daban charlas para concienciar a las personas sobre el
estigma de la prostitución y lo que realmente esconde. Mi profesora se llama
Vanessa Bouche y ha estado dirigiendo un curso en el extranjero sobre la trata
transnacional de personas en Delhi, India. Ella es la fundadora
de&nbsp;Savhera, aceites esenciales orgánicos creados por víctimas de trata y
prostitución en burdeles de Delhi. Esta empresa da trabajo y la posibilidad de
una vida mejor a mujeres que han sido victimas de trata. Aquí dejo el link de
la pagina web en caso de que te interese conocer más a fondo como comenzó el
proyecto y leer algunas de las historias, https://savhera.com/. Gracias a
Vanessa estudié y aprendí muchísimo sobre el tráfico, la trata de personas y el
impacto socioeconómico de ambos a nivel mundial.

Me gradué en mayo de 2019 y cuando llegué a Málaga quería
seguir aprendiendo y adquirir experiencia en alguna organización que tuviese un
proyecto enfocado a la trata de personas. Llamé y me dieron una cita con la
encargada del proyecto la cual me preguntó por qué quería ser voluntaria y que
sabía sobre el tema.&nbsp;

Lo principal de este voluntariado son las salidas realizadas
dos veces al mes. En una furgoneta de la cruz roja, un grupo de voluntarios reunimos
material (condones, lubricantes, toallitas, enjuague bucal, etc.), con permiso
previo visitamos un par de pisos, varios bares y vamos por la zona del polígono
donde las mujeres se prostituyen. Les explicamos los recursos que la
organización les ofrece, tanto sanitario, jurídico y social entre otros. En las
salidas se apunta a nuevas usuarias que les interese la ayuda que ofrece la Cruz Roja y siempre pueden llamar a la oficina para pedir cita y poder ser
atendidas. Una de las cosas que más me gusta del proyecto son los talleres que hacemos con las usuarias. Uno de los que más me ha gustado es el de
parentalidad positiva en el cual una profesional ayudaba a las usuarias a
mejorar su relación con sus hijos y explicarles como hablar sobre ciertos temas
a una edad temprana. Personalmente a mi me encantó ese taller porque aprendí
también y fue muy chulo ver como todas las que atendimos al taller nos gustaba
y teníamos dudas y curiosidades similares. Otro taller que me gustó muchísimo
fue en el de defensa personal para las usuarias que trabajan por la zona del
polígono. El hombre que vino a enseñar defensa personal llevaba años trabajando
con victimas de violencia doméstica. Las chicas le explicaron en detalle como
eran sus momentos más vulnerables y como podían defenderse ante esas
situaciones. Al principio estaban tímidas, calladas sin saber como participar,
pero después de unos minutos todas reían y estaban contentas al ver que con
unos trucos podían defenderse. Me encantó ver como ganaron más confianza en
ellas mismas y compartieron un poco de sus historias.&nbsp;

Al no trabajar me involucro todo lo que pueda en el
voluntariado. Voy a las oficinas una o dos veces por semana para hacer un
seguimiento de las usuarias y ver si necesitan que las ayudemos en algo. Somos
varias voluntarias las que pensamos los talleres que les pueden interesar a las
usuarias y organizamos las fechas.&nbsp;

Un consejo para antes de hacer este voluntariado

Es un tema delicado y bastante serio, creo que es importante
ir con la mente abierta y sobretodo sin ningún prejuicio. Infórmate bien sobre
el tema, si estas muy interesado, ¡enhorabuena! Vas a conocer GENTE INCREÍBLE a
la que vas a poder ayudar y de las que aprenderás muchísimo!

La esclavitud moderna en la zona sur de España, trata y mujeres prostituidas

Mi nombre es Josefa Pinto Sánchez y pertenezco a la Asamblea
Local de Cruz Roja en Barcelona. Realizo la actividad voluntaria en los
proyectos de Soporte Social y de Pobreza Energética, dentro del programa de
Personas en Situación de Extrema Vulnerabilidad.

Hace 6 años, como consecuencia de un cambio profesional que
me permitía tener más tiempo libre, sentí la necesidad de invertir ese tiempo
de forma altruista en los demás. Buscando por internet leí en la web de Cruz
Roja la necesidad de personas voluntarias que tenía esta entidad y así hasta el
día de hoy.

Durante estos 6 años he participado en diferentes proyectos
de la Institución: atención a nuevas personas voluntarias, servicios preventivos, etc.

Desde septiembre del 2020 participo en el proyecto de
Pobreza Energética, donde atendemos a personas con dificultades socioeconómicas
que se dirigen a Cruz Roja en busca de apoyo para hacer frete a sus necesidades
básicas. Destacan las relacionadas con los gastos que tienen las familias para
hacer frente al pago de facturas de los suministros. Estos últimos años ha
habido un incremento muy significativo y muchas familias se encuentran con
grandes dificultades para hacerlas frente.

Mi tarea principal en el proyecto de Pobreza Energética es
la de, por una parte, atención a la persona beneficiaria del mismo y por otra
la gestión de los recursos que derivan cuando la persona es beneficiaria de
estas ayudas (entrega de kits de ahorro doméstico, pago de suministros, entrega
de electrodomésticos, pequeños arreglos en el hogar…).

Mi actividad voluntaria me ayuda a conocer otras realidades,
situaciones o necesidades ajenas, ayudándome a relativizar mi día a día.
Además, gracias al voluntariado he desarrollado habilidades como la escucha
activa, la empatía, la asertividad, etc.

Hacer voluntariado me aporta una satisfacción personal. &nbsp;Mi compromiso con la institución, personas y personal
técnico hacen que mi vida sea más completa.&nbsp;


Pero mi vinculación con Cruz Roja viene de antes. Yo era
socia antes de ser voluntaria y por otro lado sabía que Cruz Roja movía
muchísimos proyectos y pensé que podía encontrar mi sitio en cualquiera de
ellos.

Como algo anecdótico, con el Proyecto de Pobreza Energética
vuelvo a hacer algo parecido a mi anterior trabajo —trabajaba en una empresa de
rehabilitación— pero con una finalidad totalmente distinta que es dar a las
personas los recursos necesarios ayudándoles a satisfacer sus necesidades más
inmediatas. 

Mi
experiencia como voluntaria es conseguir ver a las personas que atendemos como
tu igual, me conmueve su dignidad como persona, tienen todo mi respeto ya que su
situación no es fácil, intento que se sientan cuidados e importantes cuando
estoy con ellos. En Cruz Roja las personas siempre están en el centro.

Os dejo el enlace al vídeo de mi historia " Aquellos ojos verdes" dentro del proyecto "Encrucijada" una serie que presenta las historias reales de algunos voluntarios de Cruz Roja.

Cumpliendo sueños  

Mi nombre es Borja Goikoetxea, aunque
en Cruz Roja la mayoría me conocen como Goiko. Soy voluntario del área de Socorros
y Emergencias desde el año 2008. Participo activamente en preventivos
terrestres, Salvamento Marítimo y en el Equipo de Respuesta Inmediata en
Emergencias de Búsqueda y Salvamento Terrestre, grupo del que actualmente soy
el responsable. 

Hacerme voluntario siempre había
sido algo que me había llamado la atención. Desde pequeño sentía curiosidad por
el mundo de la emergencia y sumado a que también practicaba deportes de
aventura, imaginé que podía ser una actividad en la que encajar. Además, creo
que tener conocimientos de primeros auxilios es algo básico hoy en día. Tanto a
modo de autoprotección en nuestro día a día, como para poder prestar ayuda a
quien lo necesite.

Me acerqué al puesto de Cruz Roja
de Hondarribia y, tras abrirme las puertas, vi que abría algo más que una puerta
de un edificio. Sin dudarlo, me apunté y comencé con la formación.

Actualmente, a pesar de
participar en diferentes áreas de Socorros y Emergencias, llevo el grupo del
ERIE de Búsqueda y Salvamento terrestre, por lo que mi principal actividad se
centra en esta área. Principalmente, las personas a las que ayudamos son practicantes
de deportes de montaña como senderismo, trekking, ciclismo, buscadores de
setas, fotógrafos… que, por un motivo u otro, sufren algún accidente. También
se suelen dar situaciones en las que dichas personas, pese a no sufrir ningún
daño, terminan desorientándose y no son capaces de volver por sí solas. Nuestro
cometido es localizarlas y realizar la atención sanitaria correspondiente, para
posteriormente colaborar con la evacuación con diferentes cuerpos en caso de
que esta conlleve una complejidad técnica que no seamos capaces de llevar a
cabo por nosotros mismos. Durante este proceso nos solemos centrar en dar un
apoyo psicológico a esa persona, ya que generalmente, además del daño que
podamos observar físicamente, suelen verse afectados emocionalmente por la
situación vivida. Trabajamos con personas y no nos tenemos que olvidar de ello.
También solemos actuar en situaciones meteorológicas adversas y desastres
naturales, como incendios forestales, nevadas o inundaciones.

Con todo esto, creo que las personas
voluntarias vamos cambiando nuestro punto de vista y nos hace acercarnos un poco
más a la realidad paralela que muchas veces dejamos de lado. Los accidentes
ocurren y hay que estar preparados para actuar, pero, sobre todo, para
prevenirlos. Personalmente, enfrentarme a las diferentes situaciones que nos
han ido surgiendo, me ha hecho comprender y entender mejor los peligros que
entraña la montaña, ya que muchos de ellos, ocurren por imprudencias, pero
otros por ignorancia. Dicen que de los errores se aprende y, en este caso, de
los errores de los demás también. He visto accidentes de esos que pensamos que
a nosotros no nos pueden ocurrir y, tras valorarlos, me he dado cuenta de que sí.
Además, el hecho de trabajar con personas te hace tener una capacidad mayor de
empatizar con el resto, lo cual creo que es algo que se nos está olvidando a la
sociedad.

Todo esto me ha aportado unas
experiencias y un bagaje personal con un valor incalculable. Lo cierto es que
somos muchos los que hemos hecho del mundo de la emergencia nuestro modo de
vida, dedicándonos de manera voluntaria, pero también de manera profesional. Es
algo vocacional, aporta una satisfacción personal que no sería capaz de
describir. Simplemente te sientes satisfecho con lo que haces. Y siempre lo
haces con una sonrisa y con muchas ganas, pese a que estemos empapados, haga
frío o llevemos más de 24h sin dormir. También he de decir que cuento con un
excelente equipo y eso lo hace todo mucho más fácil. Saber que cuando las cosas
se complican puedes confiar plenamente en tu compañero no tiene precio.

Y todo esto lo he conseguido
gracias a Cruz Roja. Hay diferentes instituciones y, al igual que cada coche se
adapta a las necesidades de cada uno, no creo que haya una institución mejor
que otra. Simplemente Cruz Roja es con la que mejor encajo. Quizá sea por el
amplio abanico de posibilidades que ofrece, con el que prácticamente cualquier
persona pueda encajar. ¡Desde la mar a la montaña!

Son muchas las anécdotas y
recuerdos que me llevo, pero, por destacar una reciente, me gustaría resumir
una búsqueda que tuvo lugar a finales del pasado verano. Organizamos una
práctica nocturna simulando una búsqueda. En mitad de la misma, nos encontramos
en un bosque una persona haciéndonos señales con una linterna. Se trataba de un
padre intentando buscar a su hijo, que le había llamado por teléfono unas horas
antes diciendo que se le estaba echando la noche encima y no era capaz de
regresar al coche. La práctica se convirtió en una situación real. Como
teníamos su localización, gracias al GPS y al trabajo en equipo, lo pudimos
localizar enseguida. Y son con situaciones como estas cuando ves que la
ciudadanía tiene unas ciertas carencias a la hora de manejar este tipo de
situaciones. Si nosotros no hubiéramos estado por la zona, probablemente, la
búsqueda de equipos especializados no se hubiera iniciado hasta que el padre
hubiera desistido. Por eso me gusta utilizar esta situación para ver lo
importante de llevar material adecuado a la actividad que realicemos, así como
en caso de ocurrir algo activar y movilizar los recursos de emergencias lo
antes posible. 

Por último, me gustaría
despedirme animando a la gente a que se acerquen a la asamblea local de Cruz Roja
más cercana y que pregunten por la actividad que se realiza. Seguro que hay
algo en lo que se pueda ayudar. 

Todos somos uno en la montaña

Soy Emilio Marín,
voluntario de Cruz Roja en la Asamblea Local de Málaga. Participo en el
proyecto de Buen Trato hacia las Personas Mayores, donde se atienden a personas
mayores que han sufrido edadismo, es decir, discriminación o malos tratos por
el simple hecho de ser mayor. Eso hace este proyecto: sensibilizar sobre el
buen trato a las personas mayores y atender a los mayores que han sufrido malos
tratos.

Empecé a hacer
voluntariado en Cruz Roja gracias a experiencias anteriores muy gratificantes
como voluntario en otras asociaciones y en otras ciudades donde viví. Conocía
lo bien que funcionaba el voluntariado en Cruz Roja y llamé para preguntar y,
sin apenas darme cuenta, ya estaba realizando actividades como voluntario.

La
población a la que nos dirigimos son principalmente las personas mayores, es
decir, personas que ya tienen más de 65 años y están jubiladas. También nos
podemos dirigir a otros sectores, como por ejemplo jóvenes adolescentes para
concienciar sobre el perfil de esta población que he mencionado.

Las
actividades son muy variadas, aunque todas con un mismo objetivo: promover el
buen trato a las personas mayores. Entre estas actividades se encuentran la
formación, la realización de talleres de concienciación, talleres lúdicos,
acompañamiento, seguimientos telefónicos, dar herramientas emocionales e
instrumentales y, en casos mucho más extremos y en los que ya intervendría
técnicos especialistas, intervención sobre casos de maltrato.

Ser
voluntario “te obliga” a moverte y a tener un porqué para levantarte todas las
mañanas —o el tiempo que puedas aportar como voluntario—. Además, el simple
hecho de intervenir con otras personas te ayuda mucho a comprender situaciones
muy difíciles, y a veces hasta de película, y a promover y desarrollar en ti el
sentido de la empatía. También te ayuda a ver cómo con actos muy simples como,
por ejemplo, llamar a alguien para ver cómo se encuentra, haces un bien muy
grande a otra persona y te contagia de gratitud.

Hago
voluntariado principalmente porque quiero ayudar a otras personas que no tienen
recursos e intentar mejorar su calidad de vida. Esta ayuda desinteresada,
porque no espero nada a cambio, simplemente ayudar, me aporta mucho orgullo y
promueve en mí unos valores de ayuda social que no serían posibles si no
hiciese voluntariado.

Mi
motivo para hacer voluntariado en Cruz Roja es, principalmente, que desde el primer
momento me he sentido muy bien acogido. El personal técnico te apoya
continuamente con aquellos recursos que puedas necesitar para cualquier
actividad, además de que existe una gran organización entre las actividades
propuestas, las personas voluntarias, el equipo técnico, la organización y el
posterior seguimiento.

Anécdotas tendría
miles, pero creo que todas se resumen en las mil y una veces que las personas
mayores te dicen “gracias” cuando organizaciones cualquier actividad que, para
ti, es muy simple. Cómo de esta manera salen de sus casas y les haces olvidar
por momentos las posibles dificultades que estén atravesando.

Si me
tengo que quedar con una experiencia, esta sería el desarrollo de un programa
de promoción de bienestar y salud con personas mayores en una zona rural de
Málaga y cómo, por insistencia de las propias personas usuarias, se renovó un
año más entre aplausos de los propios vecinos.

También
me quedo con todos los compañeros técnicos y voluntarios que he conocido desde
entonces porque me han enseñado que, a pesar de la situación muy difícil que
estemos atravesando, existen personas buenas que quieren ayudar a los demás.

Pero si con algo me quedo es con esta frase de una de las
usuarias. Una frase que no se ha ido de mi memoria desde hace más de un año: “Yo
hasta hace poco estaba todo el día encerrada en mi casa, amargada. Desde que
habéis aparecido vosotros nos habéis dado vida”.

Os dejo el enlace al vídeo de mi historia " Beep" dentro del proyecto "Encrucijada" una serie que presenta las historias reales de algunos voluntarios de Cruz Roja.

El buen trato a las personas mayores

Todo comenzó en
un mar, en el pueblo marinero de Isla Cristina. Allí las olas me llevarían
hasta la asamblea local del grupo municipal de dicha localidad onubense. Unas
mareas cargadas de sentimiento de comunidad, entusiasmo por aprender y fuerza
para ayudar.

Desde muy pequeño veía amigos
participar en actividades de Cruz Roja donde ayudaban a los demás, hablaban con
la gente y lo hacían de manera altruista. No pude inscribirme hasta cumplir los
dieciséis años en el voluntariado. La primera acción que realicé fue un juego
para niñas y niños en pleno verano por las playas de mi tierra para concienciar
acerca de lo fundamental que es proteger la biodiversidad y algo tan sencillo
como insuficiente: reciclar.

Poco después, formé parte del
equipo de salud sexual que repartía información sobre las infecciones y
enfermedades de transmisión sexual durante las fiestas de mi pueblo, también
preservativos y lubricantes. Ambas acciones me contentaron.

Sin embargo, no sería hasta mi
incorporación en Cruz Roja Juventud en Granada, cuando me incorporé a uno de
los tantos proyectos que tanto deseaba: Promoción para el Éxito Escolar. Un
proyecto en el que no solo ayudas académicamente a niños y niñas en situación
de vulnerabilidad, sino que creas un vínculo emocional con todos ellos, también
con los monitores y monitoras.

Quizás la discriminación homófoba
que he sufrido durante tantos años en mi juventud haya sido fruto de motivación
para combatir desde las aulas una de tantas lacras, así como el “fracaso
académico”. Por tanto, el voluntariado en esta Institución ha sido desde
siempre una puerta abierto a todo aquel dispuesto a colaborar con el resto y
mejorar como sociedad.

No obstante,
una anécdota es el caso de varios alumnos y alumnas que me preguntaron por qué
llevaba las uñas pintadas, el acto banal e inocente de ser tú en un aula con
respeto y explicando sin prejuicios es mucho más revolucionario que mil
banderas. Esto es Cruz Roja, una familia dispuesta a crecer sin cerrarle las
puertas a nadie, porque sí, Cruz Roja nace de dentro.

Sin duda alguna, esto es una
experiencia de las tantas que he desarrollado, pero esta me ha dado momentos
como saber historias de niños y niñas que te quieren, confían en ti y agradecen
nuestra labor. No todos son iguales, y eso es un bonito reto. Las diferencias
no son motivo de debilidad sino de fortaleza. En Promoción del Éxito Escolar
incentivamos a construir desde nuestras distinciones encauzando nuestras
dificultades.

Hoy día, debido a la situación de
pandemia, me he centrado más en los estudios que llevo a cabo, sin dejar de
lado el voluntariado y ayudando en las actividades que pueda.

En un futuro no muy lejano, me
gustaría formar parte del órgano de gobierno de Cruz Roja Juventud y hacer
actividad en los programas de Refugiados e Inmigrantes. Siento que tengo mucho
recorrido aquí y me llevo muchas aportaciones humanas y profesionales sin
buscarlas concretamente.

Os dejo un enlace al vídeo de mi experiencia de voluntariado en la serie producida por Cruz Roja "Encrucijada", un proyecto inspirado por historias reales de voluntarios:

Un mar de tierra

Soy María Blanco, voluntaria de Cruz Roja en la Asamblea
Local de Salamanca. La actividad que yo realizaba era la creación de lotes de
bienes de primera necesidad y su posterior reparto.

Sinceramente, fue todo de una forma un poco peculiar, puesto
que todo se dio a raíz de una llamada de teléfono que escuché de mi hermano Fabián.
Hablaba con la sede de Cruz Roja acerca de un voluntariado y claro… yo quería
servir de apoyo de algún modo a todas esas personas que estaban sufriendo tanto
a causa de este duro desastre que nos azotaba.

Realmente no lo dudé ni un segundo, cogí el teléfono y llamé
para ver en que podía ayudar y enseguida se pusieron en contacto conmigo para
darme las directrices oportunas. 

Justo en ese momento, comenzó una aventura que marcaría mi
vida, con un poco de miedo, por supuesto, pero con mucho amor y con la promesa
de que con gente como la que allí encontré un gran cambio si es posible.

La actividad voluntaria, sinceramente, era una auténtica
locura, propia de la situación tan extraña y dura que vivíamos. Llegaban
muchísimos camiones llenos de todo tipo de comida, artículos de higiene,
productos de limpieza, artículos para bebés… Todo aquello que pudiera ser
necesario para poder sobrellevar el día a día.

Nosotros, en primer lugar, desembalábamos lo que venía e
íbamos creando lotes con las cantidades necesarias de alimentos tales como
legumbres, leche, fruta, carne, etc. Cierto es que movíamos mucho peso, pero
como bien es sabido “sarna con gusto no pica”. Los compañeros y coordinadores
son realmente excepcionales y solo con pensar para qué y por quién lo hacía parecía
que ya nada pesara.

Una vez realizados los lotes se iban acumulando y los
compañeros los iban repartiendo, bien en la sede, o bien con las furgonetas al
sitio que fuera.

Mi voluntariado también se basó en el reparto de estos
lotes. Me hacía mucha ilusión aprender a hacerlo y me enseñaron de tal modo que
ahora soy yo la que puede enseñar a nuevas personas voluntarias, lo cual me
hace sentir muy orgullosa.

Pues bien, recogíamos los lotes que fueran necesarios para
las familias que fuésemos a visitar ese día, que podía ser o bien por no poder
moverse de casa por algún motivo o por estar contagiados de coronavirus o tener
sospechas de estarlo.

Íbamos el conductor y yo casa por casa entregando “felicidad”,
que era lo que se apreciaba en sus caras cuando, desde lejos, los veías recoger
sus productos. Sinceramente, estas experiencias causan emociones muy fuertes y
una gratitud tan real que te hace darte cuenta del valor de una verdadera
sonrisa.

Una y otra vez diré lo mismo: no hay ni comparación entre lo
que yo he aportado a todo lo que a mí me ha enseñado y lo que he sentido. Claro
que tú das todo de ti y que te estás poniendo en una posición que no toda la
gente sería capaz, pero… desde que llegas al voluntariado no te reciben
compañeros, te recibe una gran familia dispuesta a ayudarte en todo sin pedir
absolutamente nada a cambio. Aprendes a ver que no todo es de color de rosa,
que hay gente que lo pasa realmente mal y que necesita ya no solo lo que tú le
entregas, sino el calor de una sonrisa y un
qué tal estamos hoy. Sus caras automáticamente cambian, es como que se crea
un vínculo instantáneo.

Esta más que claro que esto es un giro de 180º, mira que yo
soy empática, pero me di cuenta de que podía serlo aún más, realmente te ayuda
a ser más de todo: amable, cuidadoso, bondadoso y muy atento.

Hago voluntariado porque me hace sentirme fuerte y valiente,
que puedo con todo y que, si yo soy capaz de hacer todo lo posible por todos
los que están a mi alcance, quizás alguien tome mi ejemplo, como yo lo hice, y
hagamos de este un mundo mucho mejor.

¿Anécdotas? Hay miles, pero… Todo comenzó el Lunes de Aguas.
Yo salía muy orgullosa de mi primer día de reparto y me pasé por una panadería
que me pillaba de camino a coger un trozo de hornazo, que a mí no me gusta
mucho pero cuando el destino tiene algo preparado no se le puede parar. Al salir,
vi a lo lejos a un señor que parecía andar con dificultad e iba cargado con dos
bolsas que me parecieron bastante pesadas. Iba haciendo paradas por los bancos
para poder descansar un poco.

No me dio tiempo ni a pensármelo cuando quise darme cuenta de
que estaba ofreciéndole mi ayuda a aquel señor. Me invadió el espíritu de Cruz
Roja, así que, agarré sus bolsas y emprendimos el camino hacia su casa.

Me fue contando que era extranjero, que lo acababan de
operar, que algo salió mal pero no le podían intervenir puesto que tendría que
ir a Valladolid y no podía ir… Me contó cuestiones familiares que le partirían
el corazón hasta a la persona más fría. Así que le hablé de los planes y ayudas
que le podía ofrecer Cruz Roja.

Una vez que llegamos al portal vi que no tenía ascensor. Me
ofrecí a subírselo hasta la puerta de casa, pero decía no querer abusar más de
mi buena voluntad y disposición.

Cuando me iba a despedir, y sin que me diera ni tiempo a
terminar de decir la frase, de sus ojos verdes comenzaron a brotar lágrimas,
una mezcla de felicidad, tristeza y gratitud que provocaron un torbellino de
emociones por todo mi cuerpo.

Aunque no vuelva a ver a aquel hombre, su mirada nunca se
borrará de mi memoria ni de mi corazón. Aquel hombre, sin él ni siquiera
saberlo, me dio una de las lecciones de vida más importantes que alguien me
podía dar.

Pero en Cruz Roja también nos reímos. Mucho. Hay un momento,
de hecho, que me hizo reír a carcajadas. Toda la actividad de creación de lotes
seguía su curso y llegó el momento del merecido descanso. Entonces, Carlos, el
coordinador, y yo, nos pusimos a bailar una bachata mientras el resto de
nuestros compañeros se reían y nos animaban. Fue uno de los momentos más
divertidos que he tenido allí.

Sé que ni Cruz Roja se olvidará de mí ni mucho menos yo de
ellos. Quiero agradecer en especial, tanto a la Asamblea Local de Salamanca
como a la de Madrid, todo lo que me han aportado y todo el tiempo compartido.

Os dejo el enlace al vídeo de mi historia " Peones" dentro del proyecto "Encrucijada" una serie que presenta las historias reales de algunos voluntarios de Cruz Roja.

Los ojos de la esperanza

Me llamo Yusenka Sordo Hueso, soy psicóloga y voluntaria de
la Cruz Roja en la Oficina Provincial de Madrid, en el área de salud. 

Mi actividad voluntaria se basa en un programa de ayuda
psicosocial llamado Cruz Roja Te Escucha, que se puso en marcha al inicio de la
pandemia y cuyo propósito es dar asistencia psicosocial telefónica a cualquier
persona con dificultades psicosociales.

Empecé este voluntariado porque enseguida calibré el impacto
que esta crisis sanitaria iba a tener en las mentes de las personas y, como
siempre, los más afectados serían los más desfavorecidos. 

Actué siguiendo mis valores y contacté con la Cruz Roja a
través de la web donde enseguida contactaron conmigo, con la necesidad de
especialistas en el área de salud mental.

Mi labor como psicóloga voluntaria principalmente consiste
en dar asistencia psicosocial a las diferentes demandas mediante ventilación
emocional, contención y soporte psicológico, alivio espiritual en los casos de duelo,
etc., además del posterior registro de cada consulta realizada. Existe un nivel
2 en la estructura de este servicio formado por especialistas en campos
concretos como por ejemplo paliativos, a los que se les derivan estos casos
específicos de cada competencia a través de mail.&nbsp; 

Realizo también llamadas de seguimiento a los usuarios que
anteriormente han necesitado alguna consulta en relación a la salud mental, con
el objetivo de confirmar que actualmente su situación es estable o si por el
contrario se necesita refuerzo en algún aspecto. 

La demanda es bastante ecléctica, y aunque las solicitudes más
recurrentes son los trastornos de ansiedad y cuadros depresivos, también se
abordan con frecuencia otras patologías como afrontamiento del duelo,
problemáticas de violencia de género, tentativas de suicidio, etc. 

Como impresión personal por mi experiencia, pongo de relieve
una dolencia incisiva, la soledad, que aqueja sobre todo a la población más
mayor y de la que apenas se habla y que es un problema de salud pública con
poco tratamiento, que perjudica el bienestar emocional de los más mayores. 

Creo que la iniciativa de comprometerme con el voluntariado
lo impulsa la tendencia natural que tenemos todos de ayudar al otro. Esa predisposición
inherente al ser humano, sin embargo, es fácil descuidarla con tanta
distracción diaria.

Implicarme en cualquier proyecto social me aporta sentido y
pone a prueba mis capacidades y mis habilidades como persona y profesional, que
se van desarrollando de manera natural en relación a esta forma de actuar.

Mi objetivo no es conseguir un beneficio personal, pero sin
duda no hay sensación más bonita que la que te aporta la experiencia de poder
ayudar a alguien.

Cruz Roja representa el máximo exponente internacional en lo
que a ayuda humanitaria se refiere. Una Organización volcada en diferentes
áreas de intervención donde poder colaborar. Por ello y por mi reflejo con sus valores,
misión y ética que la definen fue donde primero me ofrecí. 

Como anécdota, destaco la preferencia de algunas personas
por contactar contigo, esa necesidad de seguimiento y lo contentos que los
escuchas cuando respondes a su llamada. Esto me despierta mucha ternura. Tengo
la posibilidad de hablar y compartir con personas interesantes, fuertes e inspiradoras.

Me quedo con cada agradecimiento y con la confianza de las
personas con las que he tratado.

El voluntariado te escucha

Hola mi nombre es Jordi, soy voluntario de Cruz
Roja en la Asamblea Local de Altea. He participado en diferentes áreas como
entrega y reparto de alimentos o llamadas telefónicas a personas mayores, pero
donde estoy más involucrado es en el área de medio ambiente siendo la persona
voluntaria encargada en el proyecto de huerto eco social.

Tras pasar un período personal
complicado, me hice consciente de que no era el único que padecía dificultades, que
nadie es más que nadie, todos somos vulnerables y me propuse que cuando yo
saliera adelante de este bache de algún modo tenía que ayudar en algo, por eso
me hice voluntario de Cruz Roja.

Lo mejor de ser voluntario de Cruz Roja es la
cantidad de gente extraordinaria que conoces, la Asamblea funciona
como una gran familia en donde nos ayudamos unos a los otros. Estoy muy agradecido a
la confianza que depositaron en mí desde un principio a pesar de no tener
ninguna experiencia en el proyecto que queríamos desarrollar. Me han hecho
rescatar los libros olvidados de agricultura y me han vuelto las ganas de aprender.

Como anécdota quiero
contar que un día me fui a repartir con unas compañeras un pequeño regalo a personas mayores,
que consistía en un tiesto con semillas
para que ellas las sembraran
y cuidaran de las plantas. Durante esas visitas percibí el cariño que tenían
estas personas a mis compañeras y entonces entendí que ese era el verdadero
espíritu del voluntariado, que aquí en este mundo no estamos solos y nos
tenemos que apoyar entre nosotros.

La Cruz Roja como una familia

Soy
Miguel Pérez, voluntario de Cruz Roja en Tenerife. Me encargo de impartir
talleres relacionados con la búsqueda activa de empleo para las personas
participantes del Plan de Empleo de Cruz Roja. Aunque también participo en
otros proyectos relacionados con el medio ambiente, la economía doméstica o la
gestión de la crisis emocional.

Empecé
a hacer voluntariado después de que una lesión cardíaca me hiciera dejar de
trabajar. Quería aprovechar mi experiencia laboral en Recursos Humanos ayudando
a otros. Contacté con la Cruz Roja de Tacoronte y, después del curso y la
entrevista personal, comencé a impartir talleres.

En
los talleres de búsqueda de empleo ayudo a que las personas sepan enfrentarse a
un proceso de selección de personal, a que sepan cómo hacer un currículum
vitae, superar una entrevista individual, pruebas… Las personas que participan
son, normalmente, personas en riesgo de exclusión social.

Con
el voluntariado no solo ayudo a otros, me ayudo a mí mismo: acostumbrado a
trabajar, cuando dejé de hacerlo por razones médicas te sientes algo “inútil” y
me faltaba desarrollar una labor que te ayuda a estructurar la vida. El
voluntariado me ayuda a sentirme útil y a ayudar a los demás. Además de ciertas
competencias básicas a la hora de exponer un tema, tuve que readaptar la manera
de explicar las cosas: mucha empatía, saber escuchar y ponerte en el lugar del
otro. Flexibilidad y orientación a la solución de problemas.

No
tuve duda en que fuese en Cruz Roja donde quería ser voluntario: siempre ha
estado presente en mi familia y en mi entorno. Creo que los 7 Principios
Fundamentales de Cruz Roja son inmejorables.

Anécdotas
muchísimas: tanto con los usuarios en los talleres o cuando se consigue que
ocupe un puesto de trabajo y -casualmente- te atiende después realizando su
labor (por ejemplo camarero en un restaurante), como con los compañeros voluntarios
o técnicos de proyectos y que realmente pasan a ser "parte de tu
familia".

Una
de las experiencias que mejor recuerdo es la impartición de talleres a
colectivos de personas con discapacidad para escuchar y hablar a través de
intérpretes en lenguaje de signos.

El voluntario pensionista

Cruz Roja Española (CRE) es una institución humanitaria, de carácter voluntario y de interés público, cuyo fin es aliviar el dolor humano mediante atenciones inmediatas de acuerdo a cada situación en particular.

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