Primer viaje a Camerún
Cuando trabajaba en la universidad, de investigadora asociada, estaba en un momento de mi vida un poco perdida y quería un cambio. Justo cuando ya había tomado la decisión de dejar el trabajo, me llamó el gerente de la Fundación de mi colegio de ingenieros, de la que soy voluntaria. Tres alumnos de la Universidad tenían que ir a dar un curso de renovables a Kumbo, Camerún, y él no podía ir a acompañarles. Así que dejé el trabajo y me fui dos semanas a supervisar el proyecto y a acompañar a los alumnos a impartir el curso.

Los voluntarios que fuimos a Kumbo y los alumnos del curso que impartimos

Alumnos del curso que impartimos en Kumbo
En ese viaje conocí a unas hermanas, las siervas de María, que me enamoraron. Dormimos con ellas a la vuelta del curso una noche que paramos en Widikum de camino a la capital, Duala, a coger el vuelo. El país empezaba a estar bastante tumultuoso por una guerra civil y no se podía viajar de noche por lo que tuvimos que dormir en su hospital, donde tienen además de quirófano y atención primaria, una unidad para bebes prematuros con varias incubadoras.

Entrada de Widikum

El día que tuvimos que parar en Widikum de vuelta y lo cambio todo
Esa noche se fue la luz, cosa que pasaba frecuentemente como medida de presión del gobierno a la parte anglófona del país. Las incubadoras se pararon y aunque un médico voluntario que estaba durmiendo también en el hospital trató de sacar adelante a los dos bebés que estaban en las incubadoras hubo uno de ellos que esa noche se fue al cielo.

La instalación que estaba sin conectar
La preparación de mi vuelta
Las hermanas tenían una mini instalación de fotovoltaica en el hospital que estaba sin funcionar porque no tenían electricista y no podían conectarla. Así que en cuanto volví a Madrid a principios de Julio, como estaba sin trabajar, decidí volver a Camerún para poner el circuito de emergencia a las siervas de María, del hospital y las incubadoras para que ningún niño volviese a tener problemas por falta de luz.

Sor Nieves y yo con David en las incubadoras

David, el bebe milagro que sobrevivió al apagón
Me puse a currar como una loca, buscando técnicos en Camerún que me ayudasen, yo solo había estado ahí una semana y no conocía nada del País. Pero resultó que un amigo de un amigo trabajaba en una empresa de ingeniería con proyectos en Camerún y conocía a una empresa local en la que podía contratar electricistas, yo soy ingeniera eléctrica pero no he hecho una instalación en mi vida y menos de un hospital. De verdad que Dios hace las cosas. ¿Qué posibilidades había de que pudiese llegar a conocer a alguien que hubiese trabajado en Camerún y como ingeniero eléctrico? Pero si yo tuve que buscarlo en el mapa cuando me pidieron que fuese.

Email pidiendo ayuda para la instalación
Es más, fue uno de los días en Madrid cuando estaba de vuelta de mi primer viaje, cuando me fui a hacer ruta de calle en Bokatas, ONG de acompañamiento a personas sin hogar en la que llevo ya más de 10 años. Había pocos voluntarios por ser verano y me pidieron que fuese a una ruta que no era la mía, y la verdad fui de mala gana ya que llevaba unas semanas sin ver a las personas sin hogar de mi ruta y me moría de ganas de verlos. Fue en esa ruta donde le conté a un amigo mío, voluntario también de Bokatas, mi viaje, lo que quería hacer en Camerún y que no sabía por dónde empezar. Imaginaos mi cara cuando me dice que tiene un íntimo amigo suyo que hace proyectos allí.
Vuelta a Camerún para realizar la instalación fotoivoltaica
Total, que me lie la manta a la cabeza, y poniendo de mi bolsillo tanto el material como el sueldo de los técnicos que venían a ayudarme me fui sola a Camerún (he decir que mis amigos y familia cuando se lo conté se volcaron y me ayudaron a poner dinero para el proyecto).

Vista de la casa de voluntarios

Midiendo el cable para la instalación (Bienvenidos a Camerún)

Haciendo la instalación

Conmutador instalado

Las baterías ya conectadas
Fue el verano más especial de mi vida. Estuve un mes de voluntaria, yendo a misa todos los días con las hermanas y a las oraciones de la tarde. Echando una mano aquí y allí y por supuesto montando la instalación. Por la situación de conflicto los colegios de la parte anglófona estaban cerrados dese hacía una año por lo que tratábamos de darles clases a los niños en el hospital

Dando clase a los niños

Preparando las clases

Mis alumnos dándome los buenos días en la entrada de casa
Un verano atípico para la mayoría, sin salidas, sin gente de mi edad, ni más voluntarios. Como le decía a mi padre ahí llevaba vida de monja, pero fui totalmente feliz. Feliz por estar cerca de dios, por las hermanas y por la gente que he conocido, por sus historias, por los amigos y recuerdos que me llevo. Sé que un trozo de mi corazón siempre va a estar en Camerún para siempre al igual que tengo la certeza de que volveré.

Con las hermanas y el sacerdote después de misa

Subiendo a un poblado en la montaña para vacunar a los niños

Preparando la comida para los médicos
Animo a todo el mundo a vivir este tipo de experiencias y a ponerse al servicio de los demás cuando la oportunidad se presenta, os garantizo que se recibe 1.000 veces más de lo que se da
Como decía el llavero de la casa de voluntarios que me dejaron las hermanas y como dice el título de este post:
“Solo sirvo para servir”

Llaves de la casa de voluntarios

Postal de unas de las hermanas por mi cumpleaños que pasé en Camerún
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