A lo largo de varios años estuve acudiendo al Hogar Nuestra Señora de los Desamparados en Arturo Soria, Madrid.
Esta experiencia empezó a través de una asignatura obligatoria en mi colegio que era trabajo social. Decidí ir a dar a apoyo escolar a niños de otros países, que por circunstancias vivían con las monjas entre semana y en ocasiones se iban con sus familias los fines de semana.
Lo recuerdo como una experiencia muy buena la verdad, iba todos los jueves después del colegio, me gustó tanto que continúe durante la universidad hasta que ya mi horario cambio y no podía ir frecuentemente. Consistía en ayudarles con los deberes durante dos horas, aunque la mayoría de las veces era escucharles e intentar ayudarles con sus problemas y darles apoyo.Durante todo este tiempo estuve con la misma niña, la ayudaba con los deberes, era una niña muy tímida, que le costaba mucho hablar o contarte sus problemas. Con el paso del tiempo fuimos ganando confianza y al final me fue contando sus cosas, finalmente ella se fue porque sus padres consiguieron un trabajo con el poder llevarse a sus hijos a casa. Al irse, me dio las gracias, aunque realmente gracias a ella aprendí muchas cosas durante mi experiencia. Muchas veces no es necesario irse fuera para ayudar a la gente, puedes encontrar voluntariados en tu ciudad. Este eran únicamente dos horas, un día a la semana que no implica mucho, que a ellos les ayudas mucho y que ellos de forma indirecta también te ayudan a ti.
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