Hay que dar sin medida y con alegría

Mi historia es bastante sencilla, todo comenzó cuando mi hermano, que llevaba varios años en la ONG Bokatas, me propuso que le acompañara un día a su ruta y acepté, acepté como hubiese aceptado cualquier otro “plan” que me sacase de la rutina, sin saber que me cambiaría la vida.

Echando la vista atrás, he estado más de 6 años en Bokatas, repletos de muchas anécdotas, de mucho reír, de mucho compartir, de mucha emoción, de mucha amistad, de mucha compañía, de agradecer lo realmente afortunada que soy, de ver como dejan las drogas y salen de la calle y de ver el lado más humano de las personas sin hogar.

¡Al grano! ¿Qué hacíamos?  Un día fijo a la semana, íbamos a la sede a preparar los bocadillos y los repartíamos junto con café, caldo o cualquier otra donación como excusa para pasar un rato con las personas sin hogar.

Teníamos siempre la misma ruta, cosa que ayudaba a entablar una relación de confianza entre los voluntarios y las PSH (Personas sin hogar) . Cuando terminábamos la ruta, que solía ser de unas 2 - 3 horas  siempre había un encargado que mandaba un email útil e informativo para los voluntarios del día siguiente.

Yo tenía una suerte adicional ya que al trabajar en un supermercado, mis compañeros de alimentación me donaban muchas muestras de proveedores que las llevaba a las rutas o a las cenas de Navidad y no sabéis lo agradecidos que estaban los PSH con cualquier cosa.

Mucho es lo que he aprendido: Que "el que da, recibe" (Proverbio) y que hay que dar sin medida y con alegría, y que "todo lo que no se da, se pierde"  (Dominique Lapierre).

Así que me gustaría terminar dando gracias, gracias a Bokatas, a los voluntarios de ruta (Chamartín y Colón) y a todos las PSH que me han cambiado la vida.